Según, Dmitri Yúrov, periodista del medio ruso Zvezda, el lanzamiento de el X-37B es una prueba de la intensión de los Estados Unidos por armar una fuerzas militares espaciales. El 27 de enero de 1967 se firmó el Tratado sobre el Espacio Exterior, un acuerdo que debía —y debe— regir los principios y las actividades de los Estados en la exploración y utilización del espacio exterior.
El
acuerdo, entre cuyos firmantes figuraban Estados Unidos y la URSS,
explica Yúrov, prohíbe el lanzamiento de armas nucleares o de cualquier
otra de destrucción masiva de cualquier tipo en el espacio. Pero permite
el uso de satélites de reconocimiento, es decir, satélites sin carácter
militar directo. Bajo esta lógica,
contemplada claramente por el tratado, Rusia se convirtió en el primer
Estado en formar a tropas espaciales cuyos intereses directos —y
únicos—fuesen la observación, control y seguimiento de los objetos
presentes en el espacio para garantizar su seguridad nacional, explica
Yúrov. Durante los años posteriores a
1967, Estados Unidos planeó hacer lo propio pero sus planes no llegaron a
materializarse. No hasta el 22 de abril de 2010, cuando el país lanzó a
órbita por primera vez su X-37B, una nave espacial dependiente de la
Fuerza Aérea estadounidense. Yúrov explica que desde ese momento Estados
Unidos comenzó a dar forma a un nuevo tipo de tropas espaciales
militares que verán la luz en 2019.
Varios
analistas políticos están convencidos de que Estados Unidos puede en
cualquier momento reemplazar la carga útil del X-37B por carga nuclear y
que el Gobierno puede declarar unilateralmente que se retira del
tratado de 1967 o, como mínimo, iniciar una carrera armamentística
espacial, algo con consecuencias imprevisibles, asegura el experto
militar Yuri Liamin al periódico Zvezda. La
tarea principal de las Fuerzas Armadas Espaciales rusas siempre ha
sido, y será, garantizar la seguridad nacional, explica Yúrov. El
presidente de Rusia, Vladímir Putin, y su ministro de Defensa han
subrayado en multitud de ocasiones que las capacidades militares rusas,
además de sus medios de vigilancia espacial, no han sido creados para
atacar sino para defenderse, algo que “nunca se ha llegado a poner en
tela de juicio”, recuerda Yúrov. Por
el lado estadounidense se argumenta que el lanzamiento del X-37B tiene
como objetivo “observar la viabilidad económica de un proyecto de este
tipo”. Pero lo cierto es que, una vez más, grupos de investigación
internacionales han llegado a la conclusión de que el objetivo principal
del X-37B ha acabado por ser el de interceptar otras naves espaciales
y, finalmente, destruirlas. (Jesús.R.G.)
Fuente: https://www.zona-militar.com/
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