Europa empieza este año a financiar investigación militar por primera vez en su historia.

El próximo 24 de enero, la Agencia de Defensa Europea (EDA) y el Ministerio de Defensa de Austria convocan un seminario en Viena sobre la financiación del sector por parte de la Unión Europea. Se trata de explicar a los interesados cómo se pueden aprovechar los programas ya existentes de la Unión Europea para obtener financiación en temas militares, especialmente en el sector de investigación y desarrollo (I+D). 

Además del mastodóntico programa de I+D Horizonte 2020, al que el sector de la defensa puede acceder únicamente si se trata de tecnologías de doble uso (civil y militar) este año está disponible por primera vez un programa dedicado íntegramente a la investigación en defensa, que sólo dispone de 25 millones de euros pero que se considera la punta de lanza del futuro Fondo Europeo de Defensa que propuso formalmente hace un mes la Comisión Europea, presidida por Jean-Claude Juncker. De esta forma, la Europa comunitaria empieza a financiar la investigación militar por primera vez en su historia. Las razones aducidas para este cambio de rumbo son muchas, entre ellas que las cantidades que dedican los Estados miembros de la UE individualmente a la investigación militar se están reduciendo desde hace 10 años. 

La EDA cifra esta disminución, en términos reales, en un 32% en uno de sus documentos pero, citada por la revista Nature, la reduce a un 18%. También ha disminuido el porcentaje del gasto total en I+D en los países miembros. Además, se considera que la investigación militar, tal como está estructurada, es muy poco eficiente y que Europa necesita, dentro de una política común de defensa, instrumentos nuevos para la investigación y la innovación. En los últimos meses, la amenaza del terrorismo y la elección del presidente Trump en Estados Unidos, que pide abiertamente que Europa contribuya más a la OTAN, han contribuido a reforzar este punto de vista, a pesar de las voces que se alzan contra la financiación europea de este tipo de investigación, tanto por motivos morales como por el miedo a que el dinero para la ciencia se desvíe en parte a la defensa. La investigación civil ha estado tradicionalmente relacionada con la militar y muchos avances trasladados a la órbita civil se originaron en programas militares, pero en las últimas décadas se produjo una desconexión relativa de ambos sectores. 

En Europa, por ahora se financiarán directamente proyectos relacionados con los materiales avanzados, la robótica, la electrónica y la encriptación de las comunicaciones. El organismo gestor será la EDA, dependiente del Consejo de Ministros europeo y que dirige el diplomático español Jorge Domecq. “No existe discusión alguna sobre el hecho de que invertir hoy en programas de investigación y tecnología de defensa orientados al futuro es crucial para desarrollar la capacidad militar requerida mañana”, asegura la agencia en su presentación de este primer programa, que el año pasado ya convocó un concurso piloto de proyectos. Lo que propone la Comisión Europea es, en sus propias palabras, “la creación de un Fondo Europeo de Defensa y otras medidas para ayudar a hacer más eficiente el gasto de los Estados miembros en capacidades de defensa conjuntas, reforzar la seguridad de los ciudadanos europeos y fomentar una base industrial competitiva e innovadora”. 

El fondo apoyará la inversión en investigación colaborativa en tecnologías de la defensa como las citadas para este año, que dispondrá de 25 millones de euros. Para 2020 espera llegar a los 90 millones anuales, que sigue siendo una cantidad muy pequeña si se compara con los 80.000 millones en siete años del programa marco Horizonte 2020. El verdadero salto se daría después de esa fecha, cuando el nuevo programa marco incluiría un programa específico de investigación en defensa con un importe anual de 500 millones de euros. La investigación militar se ha desarrollado hasta ahora sobre todo en el marco de programas nacionales o cooperativos entre Estados, como el caso de aviones, carros de combate, submarinos o cohetes. El Airbus, sin embargo, sí ha accedido a fondos para investigación europeos, a pesar de que desarrolla modelos de uso militar como el que se ensambla en Sevilla. 

El programa Ariane de cohetes es otro ejemplo de tecnología de posible uso militar que se ha desarrollado en el marco europeo. Los drones, que es cierto que se usan para matar pero también tienen usos civiles interesantes, son un ejemplo de las tecnologías que los expertos creen que Europa debe de dominar, pero se está quedando atrás. Este mes, la estadounidense General Atomics Aeronautical Systems presenta a las empresas españolas de servicios interesadas, en tres ciudades españolas, su famoso dron Predator, que ha vendido a las fuerzas armadas españolas por 160 millones de euros, como también lo ha hecho en Italia, Reino Unido y Francia. En el futuro marco que dibuja ahora la Comisión Europea, que incluye desarrollar una base industrial fuerte y reforzar el mercado único para el sector de la defensa, los países se unirían para comprarlos a mejor precio, como mínimo, o fabricarían los suyos propios, como máximo. (Jesús.R.G.)

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